jueves, 25 de marzo de 2010

Una visita

Me encuentro reemplazando temporalmente en el trabajo a una mujer que ha tenido familia. Esta persona asiste en donde me encuentro, junto con su hermana y su pequeño hijo a quien recientemente ha dado a luz. Lo hace para realizar unas labores que tiene pendiente. Decido cebar unos mates. También se encuentra presente una amiga, María. Voy a transcribir un fragmento de la conversación que me revolucionó el cerebro:

(La conversación transcurre entorno a las cualidades del obrero argentino)
Hermana: Lo que pasa es que ABUNDAN, son mayoría.
María: ¿Qué cosa abundan?
Hermana: Cada vez hay más negros, para mí hay que matarlos a todos.
Yo: Perdoname, pero no coincido con vos.
Madre: (refutándome) yo pienso igual, hay que matarlos a todos.
Yo: No coincido.


Me fue imposible decir otra cosa más que “no coincido” ya que si ingresaba en la tarea de explicarles lo irracional de su pensamiento caería inevitablemente en la depreciación de sus personas creando un clima negativo que impediría mi estadía en ese lugar.
Esto se trató de un comentario fugaz, que demostró en gran medida el pensamiento de ciertos sectores de la clase media. . Se encuentran en una especie de burbuja egoísta que les impide cualquier sentimiento de empatía dados sus cortos conocimientos en la materia social y su alto nivel de prejuicios adquiridos. Esto muestra claramente que personajes como Hitler u otros genocidas se encuentran aún entre nosotros, sin que nos percatemos de ello. El horror por la bajeza y la pobreza se manifiestan sin escrúpulos en ésta jovencita (hermana) que no repara en lo grave de sus dichos cual si fuera la supervivencia del más fuerte y habría que eliminar al débil que éste fuerte ha creado. Peor aún, la madre, que con una criatura en brazos, adhiere a la noción de un genocidio para exterminar de una vez por todas a la “negrada”. Odian lo que son, se odian por pertenecer a un país latinoamericano, se odian por ser sudacas, se odian porque realmente son negras y en la represión de su propia bajeza interior escupen y vomitan aquello que no quieren ser.

Madre: (poniéndose al niño en una mochila que se carga frontalmente) Bueno, juancito, me voy.
Yo: Che, viste los bolivianos que llevan al bebe atrás, ¿cómo harán para que no llore?
Madre: Ahhh!, pero los bolivianos le dan vino al chico (sic).




Ya no me atrevo a hacer un nuevo análisis de esto.

2 comentarios:

  1. Como tú bien has dicho:

    "Me fue imposible decir otra cosa más que “no coincido” ya que si ingresaba en la tarea de explicarles lo irracional de su pensamiento caería inevitablemente en la depreciación de sus personas creando un clima negativo que impediría mi estadía en ese lugar."

    Curioso blog ;)

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  2. No puedo quitarmelo de la cabeza.

    Un saludo Mirthas.

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