martes, 29 de diciembre de 2009

Un encuentro.

El sol, tan recurrente en mi vida diaria, ahora tenía un tinte diferente que cautivaba mi atención, me situaba en otro planeta, de otro sol, de otros cielos. Una bella dama se paseaba ante mi sin disimular su precioso porte y ostentándolo conciente de su poder. Yo desde mi lugar, no podía más que admirar tal situación que destacaba en ese contexto; sus ojos, boca y labios armonizaban en un espacio tiempo fuera del alcance del raciocinio humano, en una temporalidad fuera de la geométrica y la estética. En un momento sus ojos y los míos se cruzaron en una danza de vibraciones, imantados por una fuerza físico-química quedamos unidos en un puente de emociones inexplicable. Al menos, eso yo sentí, y creo haber intuido que ella sintió lo mismo. Su piel tersa de un blanco aterciopelado contrastaba con la rigurosidad del ambiente que, atestado de edificaciones y creaciones de una humanidad en decadencia, impactaba directamente ante su inmaculada anatomía. Me sentía parte de un circo de hombres, ya que todos dedicaban su atención a tal acontecimiento, que mal lo llamo circo, porque este no tenía preparación alguna sino que se daba por total espontaneidad de un cuerpo nacido para ser espectáculo. Decido acercarme a ella, con paso morigerado, con la frente en alto y con la voz que caracteriza mi seguridad. Ella me ve acercársele, la noto predispuesta, entonces la tomo de la mano, puedo sentir irrumpir en mi ser la excitación producto de mi acción impredecible; en ese momento nos miramos y nos decimos con la mirada todo lo que deseábamos, suelto su mano y satisfecho le digo: Gracias

domingo, 13 de diciembre de 2009

Desperté, en un cúmulo de tierra acosado por las hormigas que picaban las hendiduras entre los dedos de mis pies. Las maté, con gran desesperación pero con una gran seguridad. Me lavé las manos y los dedos de los pies que, por cierto, ardían con gran intensidad. Un leve mareo comenzó a alejarme de la realidad y me caí de culo al piso. Me dolía la cabeza y apenas veía lo que a mí alrededor pasaba; una gran concentración de hormigas me estaba llevando a su hormiguero. No podría olvidar esos rostros sádicos y uniformes, eran esas hormigas que uno siempre ve, enfocadas en su trabajo. Estaba paralizado, ellas seguían su curso, arrastrándome lentamente. Debía decidir, pero la parálisis no me permitía reaccionar, una de ellas se acerco hasta la punta de mi nariz. Me miro con su pequeña cabeza y articulando esos colmillos raros que tienen me dijo:
“Es el miedo el que te paraliza, nosotros somos la sociedad, no te preocupes, nos encargaremos de llevarte a un lugar seguro”. La hormiga se dio media vuelta y se fue. Yo, desperté.

lunes, 5 de octubre de 2009

sábado, 8 de agosto de 2009

Socavones de plata.

Bueno, aquí un aporte realizado por Pagina 12. Luego de leer el libro "Las venas abiertas de latinoamérica" quedé impactado por la situación de Bolivia y acá un aporte que detalla las caracteristicas de una ciudad que fue la más rica y culta en la época colonial y que ahora sobrevive en la miseria en la que la han dejado.

La segunda ciudad más alta del mundo (3967 msnm) se extiende en las faldas del legendario Cerro Rico (4824 msnm), la montaña con inagotables entrañas de plata cuya explotación a lo largo de los siglos está marcada por historias de saqueos coloniales y producción de fabulosas riquezas. Una visita a los socavones y a la antigua Casa de Moneda, en pleno centro de Potosí, uno de los sitios histórico-culturales más importantes de Bolivia

Texto y fotos: Mariana Lafont

Cuenta la leyenda que el Cerro Rico fue descubierto en 1545 por un pastor perdido que pasó la noche, prendió una fogata y, a la mañana siguiente, encontró hilos de plata. Con el descubrimiento –producto del calor del fuego y la plata que se encontraba en la tierra–, el Inca de ese entonces ordenó excavar en el Sumaj Orcko (Cerro Hermoso) que, según decían, guardaba grandes riquezas. Cuando estaban a punto de clavar la primera piqueta, la montaña los expulsó con una estruendosa explosión y antes de huir horrorizados le cambiaron el nombre por “P’utuqsi”, es decir, “que truena, hace explosión”. Inmediatamente sobrevinieron la codicia y la fiebre de riqueza de los conquistadores y, presurosa y desordenadamente, surgió Potosí.

La ciudad de Potosí parece treparse por los faldeos de su montaña de plata.

La villa nació como un simple campamento minero, sin fundación ni planeamiento ya que brotaba una vivienda con cada minero recién llegado. Desde 1546 la frenética y desorganizada construcción continuó y surgieron las serpenteantes callejuelas potosinas en las que tan fácil es perderse. Sin embargo, tal era la riqueza que manaba del cónico cerro que rápidamente se transformó en una de las ciudades más importantes del mundo, incluso más que Londres y París. Hacia 1625 tenía 160.000 habitantes, 36 iglesias, casas de juego, escuelas de baile, salones y teatros exquisitamente decorados.

De allí viene el dicho español “Vale un Potosí” para indicar que algo cuesta una fortuna. Pero todo lo que rápido llega, pronto se va y Potosí se convirtió en una pobre ciudad en la castigada Bolivia, aunque el legado arquitectónico, histórico y cultural que aún se conserva es digno de admiración. A paso lento –la altitud no permite ir más aprisa– se recorre la ciudad y se percibe que antaño hubo un pasado mejor y la mente se transporta e imagina Potosí como uno de los principales centros económicos del globo en el siglo XVII.

Mascando coca, un minero arrastra su carrito rumbo a los socavones.

Con la llegada del virrey Francisco de Toledo, la ciudad dio un nuevo giro. Entre 1569 y 1581, el trabajo en las minas fue regulado a través de la mita –trabajo obligatorio, y esclavo, de los nativos para el Estado– y se construyeron lagunas artificiales para los ingenios que funcionaban con fuerza hidráulica. Pero el gran cambio fue la aparición de la Real Casa de Moneda como resultado de la enorme extracción de plata, el crecimiento de la población, la expansión del comercio y el inesperado auge que alcanzó la ciudad. Era imprescindible organizar un centro de acuñación de monedas para agilizar las transacciones.

Casa de Moneda

Cual fortaleza, en pleno corazón de Potosí, se halla la imponente construcción de piedra que muchos consideran como “El Escorial de América latina” en cuyas paredes alberga siglos de historia de Bolivia y América. El edificio de dos plantas ocupa más de 7500 metros cuadrados y posee 150 ambientes y 5 vistosos patios. Uno de esos patios está coronado por un llamativo mascarón, tallado en 1856 por un artista francés que trabajaba allí y que nunca dejó en claro a quién representaba la obra. Algunos dicen que es el dios Baco, otros que es el presidente de Bolivia de ese entonces o que sería una burla a la codicia de los conquistadores españoles. Sea cual fuere el significado, lo cierto es que el mascarón se convirtió en un símbolo de la Casa de Moneda.

Galerías de piedra de la Casa de Moneda. Mudo testimonio de un pasado colonial.

La primera Casa de Moneda se erigió entre 1572 y 1575 por orden del virrey Toledo y se cerró en 1773. Después se construyó la Segunda Casa de Moneda que funcionó sin mayores problemas a lo largo de 50 años. Pero los levantamientos indígenas en 1780, la Guerra de la Independencia en 1809 y finalmente la independencia de Bolivia en 1825 fueron cambiando su destino. Tanto las fuerzas patriotas como las realistas codiciaban la riqueza de la Villa Imperial y durante quince largos años de guerra la Casa de Moneda funcionó como cárcel para revolucionarios, cuartel de ejércitos emancipadores y depósito de armamento. En 1813 arribó el Ejército Argentino y se comenzaron a acuñar monedas para las Provincias del Río de la Plata. A fines de ese año, Belgrano –derrotado en Ayohuma– debió partir a Jujuy y mandó dinamitar el edificio para que los españoles no pudieran utilizarlo. Sin embargo, la orden no fue cumplida ya que un subalterno desactivó sigilosamente la pólvora y salvó el histórico edificio. La compleja maquinaria colonial estuvo en actividad hasta 1869, luego se adquirió un equipo a vapor y, finalmente, en 1953 se convirtió en museo. Sus treinta salas exhiben pinturas de la época virreinal, esculturas, numismática, platería, máquinas coloniales, armas, cofres y documentos que datan de 1550. Y su amplia biblioteca –con casi 5000 títulos– es el gran apoyo de investigadores ávidos de indagar el atrapante pasado de América.

En las entrañas

Luego de recorrer la Casa de Moneda es muy interesante ver el lugar del cual provenía el preciado metal y conocer el trabajo de los mineros. Para aquellos que se animen, existe un tour que se adentra en las profundidades del mítico cerro de donde salió la mayoría de la plata de América hacia España.

El llamativo mascarón que corona uno de los patios de la Casa de Moneda.

Para realizar la visita es imprescindible usar equipo apropiado, que no es precisamente cómodo: pantalón, chaqueta, botas y casco de seguridad con una pesada linterna, además de la batería en la cintura. Así vestidos se recorre el barrio minero donde los que trabajan por su cuenta se autoabastecen de materiales y herramientas. Luego se compran cartuchos de dinamita, hojas de coca y refrescos para obsequiar a los mineros y, por último, se visita un ingenio para ver el tratamiento de los minerales.

Ha llegado la hora de entrar al cerro más rico de América. Se debe esperar el momento adecuado ya que los mineros entran y salen con carros de una tonelada llenos de mineral. Al pasar el arco de entrada el sol queda atrás y una penetrante oscuridad envuelve a los visitantes. Cuesta saber dónde pisar ya que al ser un lugar en actividad hay cables alrededor y gente moviéndose. La única luz es la que brota de las linternas, la respiración se dificulta y la temperatura comienza a subir. A lo lejos se sienten repiqueteos constantes y voces de ultratumba. Semejante clima es interrumpido de vez en cuando por el fuerte grito del guía que ordena hacerse a un costado para dejar pasar otro carro. En circunstancias tan agobiantes, resulta imposible relajarse pero, poco a poco, el cuerpo se va aclimatando.

Como una imponente espalda, el cerro Rico parece cerrar las calles potosinas.

El cerro está dividido en 17 niveles, 12 galerías hacia arriba y 5 hacia abajo. Se llega hasta el cuarto nivel del subsuelo a través de diminutos pasajes y escalerillas de madera poco confiables. En uno de los túneles hay un museo que conserva, además de herramientas y documentos, maniquíes que ridiculizan al pirata inglés Francis Drake, el virrey Toledo, y el más llamativo es el del “Tío” con aspecto de diablo, barba de chivo y cuernos. El Tío es el espíritu, el dios, que habita en las minas y que decide sobre la vida y la muerte de los mineros. Por eso, cada viernes beben con él, le invitan hojas de coca, cigarrillos y, finalmente, le piden permiso para trabajar.

Se avanza en la oscuridad y estrechez de los socavones mientras los mineros continúan su labor. Se los observa, se toman fotos, se charla con ellos y se les da los obsequios comprados que reciben con una gran sonrisa, en especial los refrescos que alivian la sed. Pero no sólo se mira sino que se invita a los visitantes a trabajar y sentir en carne propia el gran esfuerzo que demanda una mina. Esa es la razón por la cual mascan hojas de coca, ya que según los mineros “son nuestro único alimento en el socavón, nos quita el hambre, el frío y hasta el cansancio”.

Luego de casi dos horas de estar internados en la montaña se vuelve a ver la luz y cuesta readaptarse. El aire fresco se siente como una bendición para los pulmones y sobrevienen sentimientos encontrados. La experiencia ha sido inolvidable pero también muy movilizante al pensar en toda la gente que murió para extraer la codiciada plata. La fortaleza y capacidad de trabajo de este pueblo dejan, simplemente, sin palabras y al volver a Potosí es inevitable recordar la frase de Eduardo Galeano “[...] la ciudad que más ha dado al mundo (es) la que menos tiene. El mundo tendría que empezar por pedirle disculpas [...]”.* z

* Eduardo Galeano, Las venas abiertas de América Latina (1971).

martes, 30 de junio de 2009

NO TE SALVES HONDURAS


RECURRO AL POEMA DE MARIO BENEDETTI "NO TE SALVES"



No te quedes inmóvil
al borde del camino
no congeles el júbilo
no quieras con desgana
no te salves ahora
ni nunca
no te salves
no te llenes de calma
no reserves del mundo
sólo un rincón tranquilo
no dejes caer los párpados
pesados como juicios
no te quedes sin labios
no te duermas sin sueño
no te pienses sin sangre
no te juzgues sin tiempo

pero si
pese a todo
no puedes evitarlo
y congelas el júbilo
y quieres con desgana
y te salvas ahora
y te llenas de calma
y reservas del mundo
sólo un rincón tranquilo
y dejas caer los párpados
pesados como juicios
y te secas sin labios
y te duermes sin sueño
y te piensas sin sangre
y te juzgas sin tiempo
y te quedas inmóvil
al borde del camino
y te salvas
entonces
no te quedes conmigo.

lunes, 29 de junio de 2009

Fuerza Honduras




No se puede más que aborrecer lo ocurrido el día domingo 28 de junio del 2009, un golpe de estado se ha concretado por la mañana y se ha derrocado al presidente Manuel Zelaya de honduras. Es nuestra responsabilidad, como ciudadanos latinoamericanos, repudiar este acto que atenta contra la libertad del pueblo y su derecho democrático. Independientemente de cada corriente de pensamiento e ideología, no se debe permitir tal acto de barbarie en nuestros días.
ES HORA DE DECIR ¡BASTA! A LA POLÍTCA INTERVENCIONISTA NORTEAMÉRICANA.

Y DESDE ACÁ MUCHA FUERZA AL PUEBLO HONDUREÑO.

¡Y ABAJO LOS GOLPISTAS!

viernes, 26 de junio de 2009

ALGO DE BENEDETTI PARA VOLAR


Tiempo sin tiempo

Preciso tiempo necesito ese tiempo
que otros dejan abandonado
porque les sobra o ya no saben
que hacer con él
tiempo
en blanco
en rojo
en verde
hasta en castaño oscuro
no me importa el color
cándido tiempo
que yo no puedo abrir
y cerrar
como una puerta

tiempo para mirar un árbol un farol
para andar por el filo del descanso
para pensar qué bien hoy es invierno
para morir un poco
y nacer enseguida
y para darme cuenta
y para darme cuerda
preciso tiempo el necesario para
chapotear unas horas en la vida
y para investigar por qué estoy triste
y acostumbrarme a mi esqueleto antiguo

tiempo para esconderme
en el canto de un gallo
y para reaparecer
en un relincho
y para estar al día
para estar a la noche
tiempo sin recato y sin reloj

vale decir preciso
o sea necesito
digamos me hace falta
tiempo sin tiempo.

martes, 23 de junio de 2009

Hermosa Latinoamerica

Latinoamérica que tan hermosa eres,

de dolor y sufrimiento, te has formado,

inentendida, marginada te han sepultado.


Te formaste de sabores amargos

y derrotas al corazón,

por corruptos vendidos

sin alma, sin valor.




Cuna de conquistadores,

y de grandes libertadores

que supieron ver en ti

los albores de un futuro próspero.


Querida Latinoamérica, mi corazón

sufre, late junto al tuyo,

y al unísono un sonido esperanzador se puede interpretar

y qué otra cosa él me puede dictar,

que aquella preciosa palabra: ¡Libertad! ¡Libertad!.

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