Desde aquel día esa frase rebota en mi inconciente incesantemente. Mientras leo a Osvaldo Bayer, imagino a este jovencito dentro de “la liga patriótica” o “la guardia blanca” militando, matando, y entregando obreros patagónicos para ser fusilados por el ejercito Argentino.
Recuerdo que este joven en la materia “Introducción a la Sociedad y Estado” obtuvo un nueve de nota, y ahora, no puedo más que imaginarlo escribiendo que Rega luchaba contra la subversión y el terrorismo estableciendo el orden social, entonces, imagino, que el profesor le colocó esa nota pensando que el jovencito poseía una ironía digna de premiar.
Es increíble que tan cegado uno puede estar cuando no conoce la historia, cuando tu cabeza ronda en un nihilismo absoluto. Desde aquel entonces no puedo dejar de generar respuestas para aquella situación para la cual me encontraba sin armas pero a la que rechazaba tremendamente.
Me imagino en la actualidad ante una situación así, tal vez, reaccionando violentamente o, por lo contrario, intentando ser diplomático para encontrarle una medida racional a sus dichos.
Me sorprende la capacidad de los profesores para actuar sosegadamente sin perder la calma, parecieran estar entrenados en alguna técnica de meditación que desconozco. La diversidad y la calaña más repugnante de nuestra sociedad queda manifiesta y sin restricciones en nosotros, “la juventud”. Algunos arrastrando la historia desde una perspectiva retrógrada y sin ímpetu de cuestionarse críticamente lo sucedido; otros, apelando a la memoria, al juicio, al buen juicio para devolver la dignidad al pueblo tantas veces manoseado y violado. Y en ese ámbito nos debatimos todos los días los que afirmamos nuestra argentinidad y los que quieren ser… vaya saber que.